La historia de mi endometriosis 5: la hora de la verdad

Esperando a que llegara el día de la laparoscopía, mi principal preocupación era que podrían no encontrar nada. Esto supondría la confirmación definitiva de que yo era una loca hipersensible. La cirugía en sí ni me asustaba. Esto solo cambió cuando ya estaba sobre la camilla en el hospital entrando al quirófano. Recuerdo un breve momento de pánico, observando como me inyectaban el anestésico en la vena del brazo, pero el efecto llegó rápido y no sentí nada mas.

Después de despertar me sentía muy mal, tenía una sed horrible, y estaba temblando tanto que me dolían todos los músculos y más la incisión que me habían hecho en el ombligo.

En medio de todo este malestar, me vino a ver el médico que me había operado.

- Tiene usted endometriosis. Ahora se tiene que tomar unas pastillas y todo estará bien.

Yo me eché a llorar. No sé por qué. ¿como me sentía? Ante todo, todavía drogada ;-) Pero también aliviada. ¡no estaba loca! ¡estos dolores que me hacían la vida imposible cada mes tenían su explicación! ¡y ya tenía algo en manos, algo que se podía tratar, y no solo dolores menstruales y mala suerte!

Tras pocas horas me obligaron a levantarme. Aquello era un hospital de día, y a las 6 cerraban, así que ¡a casa! Todavía apenas podía andar, me sentía mareada, me dolía el hombro (algo típico después de una laparoscopía) más que el punto de sutura en el ombligo y solo quería irme a la cama y dormir.

Ya al día siguiente empecé a dudar. Solo tenía una incisión en el ombligo, eso sí, le acompañaba un moratón que era ¡enorme! Volví a buscar en Internet, y todas las páginas que encontré decían que hacían falta al menos 2 a 3 incisiones para poder trabajar en una laparoscopía. En una laparoscopía que era simplemente diagnóstica en cambio bastaba con una sola incisión.

La decepción definitiva llegó unos días más tarde, cuando acudí a la cita de seguimiento con mi ginecóloga. Pedí el parte médico de la intervención, y ahí todo se pintaba un poco diferente de cómo me lo habían contado en la clínica.

Se habían encontrado con el saco de Douglas completamente cubierto de endometriosis. Más focos sobre la superficie de la vejiga urinaria. Útero desplazado hacia la derecha e inmóvil. Sangre libre en el abdomen. Histología: dos muestras, dos focos de endometriosis, uno de ellos procedente de debajo del peritoneo del saco del Douglas.

Habían quemado algunos focos superficiales en el saco de Douglas, pero como estaba lleno no habían seguido, porque para una intervención más compleja no estaban preparados en un hospital de día, ya que supondría la necesidad de una hospitalización más larga. La triste realidad era que esta intervención, aparte del diagnóstico (aunque esto ya es mucho), no me había servido de nada.

Seguía con la panza igual que antes.

La ginecóloga me dijo que aquello ya era endometriosis avanzada y que con la píldora anticonceptiva no bastaba. Así que o análogos GnRH con la consiguiente menopausia artificial, ó gestágenos, yo decidía.

Decidí que quería primero probar con gestágenos, y empecé a tomar las pastillas Visannette (dienogest).

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Comentarios: 7
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